Tras
muchos meses de dura lucha era hora de dejar todo aquello atrás. Habíamos pasado
6 años manchándonos de sangre y viendo a la gente desplomarse sobre aquellas
tierras del infierno. Podíamos pasarnos días sin comer, sin dormir. Aquello era
una guerra continua por sobrevivir, un infierno. Pero después de 2190 días,
52560 horas, 3153600 segundos… queriendo
escapar de allí era hora de aparcar las armas y volver a casa.
Era 7 de
Marzo de 1973 cuando volví a plantarme en casa otra vez. Había pasado mucho
tiempo pero aquella casa seguía igual por fuera. Abrí la puerta e hizo ese
chirrío de puerta vieja que nadie se había molestado en arreglar. Sonreí, las
cosas buenas nunca cambian. Vi que aquel pequeño animal seguía vivo, estaba
dormido al lado de la calefacción y se podía oír su ronroneo. El señor Wickles seguía
sentado en el sillón que estaba junto a la ventana. Era capaz de pasarse horas
mirando con la mirada perdida a través de esa ventana como si estuviese
esperando algo, o a alguien. Desde aquella sala podía oír al señor O´connell
contarle la misma historia de siempre a alguien nuevo. Se sentía orgulloso de
seguir vivo a su edad ya que le había burlado a la muerta 7 veces. Decidí contemplar
a aquel hombre durante un rato. De pequeño me hizo creer que era un super hero
ya que estuvo a punto de morir 7 veces por un rayo y sin embargo, ahí seguía contando
la historieta a todos. Volví a la realidad después de unos minutos y escuche
aquello que muchos lo llamaban ruido. Yo prefería llamarlo música. No me podía creer
lo que estaba escuchando. Gracias a esa mujer aquella casa tenia color y ahí seguía,
moviendo su cabeza al ritmo de las notas. Era como ella decía “La música es el arte más directo, entra
por el oído y va por el corazón”. Era realmente increíble.
Me puse a
observar las caras de esa salita y me di cuenta de que había muchas caras
nuevas y pocas conocidas. Tras observar aquello me puse a buscar a mi madre
pero me di cuenta que allí no estaba, no se encontraba en esa casa, no se encontraría
nunca más con nosotros. Empecé a machacarme
por dentro, castigándome, echándome en cara que era mi culpa. No estuve en los
momento que me necesitaba, estaba salvando otras vidas cuando las vidas más
importantes las estaba perdiendo. Y entonces me di cuenta de lo que había pensado
minutos antes. Las cosas buenas sí que cambian, si no las cuidas, si no las
mimas, si no las amas… se marchan. Sé que esto son palabras y que a las
palabras se las lleva el viento pero a las personas, el tiempo.
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